no terminan de curar.
Fueron muchas las mentiras,
que debí de soportar.
Se que tuve mucha culpa,
Fueron muchas las mentiras,
que debí de soportar.
Se que tuve mucha culpa,
también algo de razón.
La conciencia golpea mi pecho,
buscando una explicación.
Mis aciertos y mi desatino
son ahora muy colegas.
De sobra sabe el destino,
que no se camina a ciegas.
Hermano sol hoy te pido,
alejar de mí esta pena.
Que el resultado de un partido,
al mal perdedor envenena.
Con su tic tac enfermizo,
las manecillas de este reloj.
Saben rizar el rizo,
y trabajar la madera de boj.
En mi piel tatué una estrella,
una estrella sin luz ni reflejo,
Que habrá hecho la doncella,
para mirar tanto el espejo.
Hermano cantor hoy te pido,
que temples tu voz sin apuro.
Deja en tu pecho encendido,
las palabras de este conjuro.
Penas que me hablan de amor,
de un día lluvioso de abril,
Con ruido ensordecedor,
soporté un estado febril.
Queriendo encontrar la verdad,
le canté una chacarera.
De las que, con solo la mitad,
uno entiende a la primera.
Las heridas curadas con sal,
pican como centellas.
Sabe la vida y es normal,
que no te quitan las penas.
Los amores que se alejan,
se alimentan de recuerdos.
Porque los que más se quejan,
ven locos, en lugar de cuerdos.
Dice el corazón del abuelo,
que ya no puede bombear.
Yo le digo, ¡Aguanta torero!
Que tienes mucho que torear.
Lo que no se quiere marchar,
deja que se lo lleve el viento.
Si un amor te hace llorar,
pega la vuelta al momento.
A veces me ponen triste,
los besos que no pude dar.
Qué mal me paga el olvido,
con lo que yo te quise entregar.
Difícil es dejar esta vida,
sin que nadie te quiera.
La soledad es prima hermana,
de la pena y la espera.
El peor de mis problemas,
era soñar con tu ausencia.
El mejor de mis poemas,
lleva tu nombre y tu esencia.
Puede ser algo normal,
oír tu voz por las esquinas.
Pero para mitigar mi mal,
sueño tus llegadas repentinas.
La conciencia golpea mi pecho,
buscando una explicación.
Mis aciertos y mi desatino
son ahora muy colegas.
De sobra sabe el destino,
que no se camina a ciegas.
Hermano sol hoy te pido,
alejar de mí esta pena.
Que el resultado de un partido,
al mal perdedor envenena.
Con su tic tac enfermizo,
las manecillas de este reloj.
Saben rizar el rizo,
y trabajar la madera de boj.
En mi piel tatué una estrella,
una estrella sin luz ni reflejo,
Que habrá hecho la doncella,
para mirar tanto el espejo.
Hermano cantor hoy te pido,
que temples tu voz sin apuro.
Deja en tu pecho encendido,
las palabras de este conjuro.
Penas que me hablan de amor,
de un día lluvioso de abril,
Con ruido ensordecedor,
soporté un estado febril.
Queriendo encontrar la verdad,
le canté una chacarera.
De las que, con solo la mitad,
uno entiende a la primera.
Las heridas curadas con sal,
pican como centellas.
Sabe la vida y es normal,
que no te quitan las penas.
Los amores que se alejan,
se alimentan de recuerdos.
Porque los que más se quejan,
ven locos, en lugar de cuerdos.
Dice el corazón del abuelo,
que ya no puede bombear.
Yo le digo, ¡Aguanta torero!
Que tienes mucho que torear.
Lo que no se quiere marchar,
deja que se lo lleve el viento.
Si un amor te hace llorar,
pega la vuelta al momento.
A veces me ponen triste,
los besos que no pude dar.
Qué mal me paga el olvido,
con lo que yo te quise entregar.
Difícil es dejar esta vida,
sin que nadie te quiera.
La soledad es prima hermana,
de la pena y la espera.
El peor de mis problemas,
era soñar con tu ausencia.
El mejor de mis poemas,
lleva tu nombre y tu esencia.
Puede ser algo normal,
oír tu voz por las esquinas.
Pero para mitigar mi mal,
sueño tus llegadas repentinas.
No entendí lo que decía,
ni sentí ningún ronroneo.
Solo escuché la melodía,
que me susurra el deseo.
©️ILS2022
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