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jueves, 11 de febrero de 2021

¡Vaya si la quería!

 


La quería porque escribía leyendas en la piel de la alegría. Porque cosía los errores con remaches y retales de colores.
Vivía la realidad y la fantasía, tuteando a la felicidad.
La quería porque sólo contaba con lo vivido y lo aprendido, lo demás era tiempo pasado.
Tenia la memoria desordenada, la tristeza curada y la dulzura muy encendida.
La quería porque era joven y vulnerable, con el sentimiento cálido, vivo, y la piel suave.
Era cómo un resplandor de pasión fugaz, de breve encuentro, que estallaba entre las sábanas, hambrienta de amor y sexo.
Tenía huesos de cristal, y manos de algodón.
Aventura mortal de paz infinita, que olía a clavo, vainilla y limón.
La quería porque despertabamos al amanecer en el lecho, al ritmo del corazón y el placer, oliendo a sudor y a sexo recién hecho.
Vivíamos lo nuestro, cómo dos locos de atar, sin trampa ni cartón.
Me enseñó el camino de los sueños, a vivir la fiesta de los sentidos, a hacer conjuros con los deseos. Y a creer en la magia del querer.
¡Vaya si la quería!
©ILS2020