de asumir mi parte de la historia,
de no perdonar la monotonía
y tatuarme en la piel de la memoria
la insignia del poder de la alegría.
De llenar de pasos el pasillo,
de ruidos el silencio. De recuerdos el olvido y viajar al otro lado del mundo,
flotando en un soplo de viento.
Qué culpa tengo yo
de colorear las penas con color,
alejarme del ruido seco y espeso
y querer vivir un tiempo mejor.
Dar un barniz de realidad
a la siesta esponjosa del tiempo.
Sobrellevar el paso de los años,
y querer envejecer sin sobresaltos y
alejar mi vida de los personajes
que pululan por el asfalto.
Qué culpa tengo yo
si tengo suelo bajo los pies
y vivo en un barrio del paraíso.
Camino mirando a la gente,
imaginando los cómos y porqués.
De tener un cuaderno de sueños
y escribir del amor y del querer.
Llenar contenedores de palabras
que hablan de exigir y de ceder.
Qué culpa tengo yo
si los ayeres me traen recuerdos
que juguetean entre mis dedos.
Como ese rosario de cuentas
que aleja rutinas y miedos.
¡Qué culpa tengo yo!
©️ILS