qué protesten los ninguneados.
Qué la vida sea fortuna
para los enamorados.
Qué se besan si brilla la luna,
haga sol o esté nublado.
Qué no quede rastro de duda,
de si quiere estar a tu lado.
Qué la noche no venga revuelta,
ni los besos sepan amargos.
Qué ese día le abras la puerta
a los amores ricos y largos.
Qué no haya un pero ni un reproche,
peleas tontas ni pesadillas.
Deja que te desabroche
el botón de las maravillas.
Hoy haré noche en la trinchera
entre tu piel y la mía.
No te defiendas, compañera,
deja que sea fluida.
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