Retomamos nuestro encuentro
con un beso pasional.
Hablamos de cariño
y amistad,
de esto y aquello,
del bien y del mal.
Entre nervios y pudor,
le regalé dos caricias
y un abrazo, una mirada
y una flor.
Ella, aprendió la canción
y me devolvió el detalle,
con el mejor de sus pecados,
una hermosa sonrisa
y una noche de pasión.
El sexo ganó la batalla,
el amor tomó posesión
y las ganas invadieron
el ambiente de aquella pequeña habitación.
Después de muchos sudores,
de muchos besos y mil te quieros,
avivamos los tizones, para dejar
esta llama encendida en lo más profundo
de nuestros corazones..
©ILS
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