Me pidió un deseo y se lo concedí, me dijo que quería
volar y volamos, recorrimos el firmamento, visitamos las constelaciones de Orión,
La Osa y las Pléyades. Quiso navegar y juntos recorrimos el cielo. Volamos de
nube en nube, haciendo noche en la cara oculta de la luna.
Luego me pidió una estrella, le di tres. Me suplicó
que siempre estuviera cerca y en ello estoy. Estaba tan y tan cerca, que me
enamoró.
Me enamoró su sonrisa blanca, su mirada intensa,
su timbre de voz, su forma de ser. Me encandiló su carácter acogedor, su manera
de vivir, sus abrazos lentos e intensos, la pasión que le pone a todas las
cosas.
Anoche me pidió un perfume, un café y una caja de
alfajores, que ahora trato de cumplir. Se ha convertido en la dueña de mis
besos, la mitad de mi vida, la locura que me envuelve, el sueño que me gusta
soñar
Me pidió vivir una vida a mi lado, acepte y le
entregue los borradores de mis sueños, los proyectos más cercanos, mis planes
de futuro. Le prometí esa vida, una vida feliz, y cada día procuraré que así
sea.
Y ahora tan cerca de cumplir aquel sueño, he de
pasar a buscarla, recorrer aquella larga calle. Saludaré al dueño de la
gasolinera, a Juan el del autoservicio, o a Paco, el del kiosco que está al
lado de su portal, de aquella reja blanca, la que escuchaba en mis sueños cada
vez que la abrías, y por fin llamaré a aquel timbre que una vez me inventé, que
una vez imaginé.
Un mini relato muy bonico.
ResponderEliminarUn beso