Vivo
lejos de ti, a sesenta segundos, abrazado a tu cintura, entre lo tuyo y lo mío, al lado
de lo nuestro. Imaginándote.
Mi vida transcurre persiguiendo tu sombra, sobreviviendo
a tus silencios, llenando tus vacios, tus ausencias, trasnochando a destiempo.
Me
baño en tus labios, me seco en tu pelo, te miro, te abrazo, te noto feliz. Tus pechos
me llaman, tus ojos
me guían, tus brazos me envuelven, mi alma se excita.
Me escondo entre los pliegues de tu piel, en el hueco
de tus manos, allí dónde mi corazón descansa, allí, dónde suelo naufragar.
Vivo
al borde de la nada, donde las tormentas, se cambian de ropa, las nubes me
sonríen, donde el miedo duerme a mi lado y los imposibles no existen. Allá, en
la línea divisoria, donde me tocó tu mirada, donde avivas él amor.
Y así, entre miradas, guiños y reojos, entre risas y sonrisas,
deseos y antojos, te voy extrañando, te voy descubriendo.
Vivo en tu cuarto creciente, en tu cristal, en tu
espejo, haciendo tiempo entre el pasado y el presente.
Vivo cerrando los ojos, apretando las manos, al abrigo
del amanecer, en los deseos de mis sueños. En el ático del alma, donde la soledad
es mi compañía, donde la eternidad es eterna.
Y si por casualidad nos encontramos, camina a mi lado,
te regalaré un trocito de mi vida, mis sueños más atrevidos, mis silencios más
callados, algunos pecados, muchas alegrías y un desfile de emociones.
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