Era la
dueña de mis sueños, la culpable de mis insomnios, mí hermosa pesadilla. Era el
aire que respiraba, la mitad de mi vida, un sueño pendiente, un deseo eterno, mi
trocito de cielo. Quizá todo lo que un dia soñé
De sus
silencios aprendí a callar, de su mirada aprendí a mirar y de sus sueños, a soñar.
Era mí cómplice, mi compañera de viaje, mi presente, mi futuro.
Me
alegraba el alma, la piel, equilibraba mis miedos, me acurrucaba el corazón.
De sus
abrazos aprendí a querer, de su boca aprendí a besar, de sus manos aprendí a
tocar.
Me ganó con un abrazo, me mostró la magia del amor. Fui
parte de su tiempo, fui su otra mitad, un brote de alegría y el latido de su
llanto.
En un sueño la encontré, en un sueño la perdí. La busque
entre mis recuerdos, en casa, la busque por los lugares donde nos quisimos y al final de tantas cosas, de tantas batallas, perdí la
guerra y desapareció.
El invierno llego a casa, el frio se apodera de mi, la noche se hice eterna,
fría, y oscura. Me abrigo y camino
por las calles del barrio, la nieve es mi compañía, el viento mi portavoz, tu presencia
mi fantasía.
Me envenena tu
recuerdo, me desmorona tu ausencia, tu lejanía es mi condena y me
envuelve su silencio. La casa se queda sola, mi locura, no tiene cura y el
tiempo se detiene en el recuerdo de un sueño.
Me quedan momentos, me quedan recuerdos, me queda este
sueño y quería compartirlo contigo.
No sé si estoy en el cielo correcto o en el infierno
equivocado. No sé si sabré salir de aquí sin ti.
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