Iba camino de la cafetería, pero notaba algo
extraño, notaba como si sus pies no tocaran el suelo, como si fuera flotando,
pero no veía nada raro.
Al llegar, vio que estaba llena de gente hasta los
topes, se acerco a sus amigos, esos con los que siempre toma el café, pero
todos estaban tristes, incluso alguno tenia lagrimas en los ojos y apenas
hablaban. Los saludo pero no obtuvo respuesta, ni miraban para él, ni le
escuchaban ¿Qué está pasando? se preguntó. Hola, les dijo otra vez, a lo que
ellos seguían sin contestarle. Hasta que de pronto una mano se poso sobre su
hombro muy suavemente, se giro y lo vio, era un ser raro, especial, tenía como
una aureola que lo envolvía. Éste le sonrió y con una voz muy suave le dijo,
ven, te mostrare lo que ha pasado. ¿Quién eres? Le pregunto ¿A dónde me llevas?
Sígueme, le dijo sin más ese personaje extraño y misterioso. Viendo lo raro que
era todo, le siguió.
En ese momento, cuando echo a andar, se dio cuenta
de que se hizo el silencio, cruzaron la abarrotada cafetería, la gente gesticulaba,
se reía como si estuvieran hablando, pero no escuchaba sus conversaciones
incluso diría que parecía que no los veían, y realmente así era.
Al llegar a la calle el ser extraño se giro y le
ofreció la mano diciéndole, ahora cierra los ojos y haz lo que yo te diga; decidió
hacer lo que aquella persona tan rara le pedía, así que puso su mano sobre la
suya, cerró los ojos y echaron a andar, caminaron un rato pero seguía notando
algo raro bajo sus pies y le dijo ¿Qué me está pasando? El ser extraño se
detuvo y le dijo, abre los ojos, pero no tengas miedo. Por fin lo vio, estaban
flotando en el aire a un par de metros del suelo. Le entro el pánico y se sujeto
fuerte a aquel hombre; tranquilo le dijo, ahora te lo explico y sabrás que ha
pasado, pero necesito que te relajes. No es fácil le contesto. Lo sé, le dijo,
pero has de aprender a hacerlo, es tu nuevo estado y debes asimilarlo.
¿Mi nuevo estado? Le dijo. Si, le contesto, ven, y
reanudaron la marcha, le siguió sujeto fuertemente a su brazo y al doblar la
esquina, le dijo, mira ahí, señalándole un edificio, veras todo lo que quieres saber,
y así fue. Proyectado sobre la pared de ese edificio, como si fuera una
pantalla de cine se veía a mí mismo, iba por la calle, recordaba haber vivido
aquello y vio como en un momento se desplomo justo al cruzar la calle, en un
paso de cebra, la gente pronto se dio cuenta de que algo había pasado y se
agolparon a su alrededor, alguien llamó a una ambulancia, que llego al poco
rato. Se giró mirando para él, y le dijo ¿me he muerto? Sí, le contesto. ¿Y qué
va a pasar ahora? ¿A dónde iré? ¿Al cielo? ¿Al infierno? De momento no va a
pasar nada, esperaremos órdenes, le dijo. Ahora tendrás que quedarte aquí
conmigo hasta que decidan lo que hacer. Me llamo Amael,
soy un ángel guardián y me han enviado para guiarte en este
estado para ti desconocido, pregúntame todo lo que necesites saber, te
contestaré a todo, te acompañaré a donde quieras ir, siempre y cuando este
dentro de mis competencias.
Continuará…
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