Seguidores

lunes, 26 de mayo de 2014

Uriel (El Purgatorio)



Por fin me han venido a buscar. Dos ángeles neutros han venido y me han dicho que les acompañe. ¿A dónde me llevan les pregunté? Al purgatorio me contestó uno de ellos cogiéndome suavemente por el brazo, pero ven, tranquilo, es solo un puro trámite, agregó.
Después de un viaje que no sabría explicaros llegamos a una puerta grande, de un color gris apagado. Uno de los ángeles neutros golpeo la puerta y al poco un personaje vestido con una túnica negra, la abrió; pasamos dentro y nos señalo otra puerta, invitándonos a entrar allí.
Detrás de esa puerta llegamos a un  claustro, bastante grande, con sus columnas y muchas, muchas plantas, después de caminar un rato, llegamos a otra puerta en la que ponía “Sala de espera” se abrió la puerta y allí me dejaron. Me encontré solo en una habitación enorme. En el centro de la sala no había nada, solo había bancos de madera que rodeaban toda la estancia, eran bancos decorados con motivos religiosos, muy recargados, para mi gusto, pero yo no estaba allí para juzgar sino para ser juzgado, así que obedecí y ocupe uno de esos bancos, recuerdo que sentí un escalofrío debido a la inmensidad vacía de la sala, pero allí me quede, quieto, inmóvil, esperando a la espera.
En el silencio de aquella sala, muchas cosas de mi vida vinieron a mi cabeza, así me hice un examen de conciencia. ¿A donde iré? ¿Qué pasará? ¿Y si por lo que sea me envían al infierno? ¿Podre  soportarlo? Eran preguntas que iban y venían.
Al cabo de un buen rato se abrió la puerta y los ángeles neutros que me habían traído, se me acercaron y en un absoluto silencio se sentaron a mis flancos. Yo no estaba dispuesto a estar allí callado, necesitaba saber que iba a pasar. Así que sin más, les hice las preguntas que revoloteaban en mi cabeza.
A fin uno de ellos levanto y giro la cabeza hacia mí y me dijo; Esto es el purgatorio, es decir el lugar donde se te juzgara pero al no tener pecados mortales o grandes pecados, no serás juzgada ni por Dios ni por un juzgado popular como tu habías solicitado, estarás aquí para limpiar tu alma de esas pequeñas trastadas que has podido hacer. Luego cuando tu alma este limpia, te llevaremos al cielo.
¿Y cuanto tiempo estaré aquí? le pregunte. Eso va a depender de cómo ha sido tu vida en vida, pero no te preocupes, dentro de un rato te llevaremos a tus aposentos, allí podrás descansar y mañana estarás mejor y por lo que sé, esto tarda muy poco tiempo.
Al rato, me llevaron a mi habitación, era una habitación sencilla. Una cama con su mesilla de noche, una mesa, un flexo y una silla eran los únicos muebles. Allí pasé un día y medio, tiempo suficiente para purgar esas pequeñas trastadas, las mentirijillas que he dicho o las locuras que he cometido.
Ahora se que me voy tranquilo y en paz, al menos conmigo mismo.
Mi destino: el cielo


No hay comentarios:

Publicar un comentario