de su color y su textura.
Negra es la curva recta,
torcida es la línea oscura.
Qué extraño esto que me agita:
desnudos que la vida rechaza.
Belleza que pocos toleran,
frontera que nadie pasa.
Revuelven las nubes y el cielo
a él y a todos los vivientes.
¡Mirad! Como un corazón late,
es el quiero, que gana a un no puedo.
Edén, hogar de valientes,
de vidas que se lo merecen.
No seré yo quien haga disputa,
entre ateos y creyentes.
Rompen por fin las cadenas
que hacían más duro el camino.
Pero no vence al cansancio
quien sigue alimentando sus penas.
Reniegan, claro que reniegan,
que otra cosa se puede hacer.
Van arrastrando jirones
de los pecados que los condenan.
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