dos amaneceres y un lucero.
Perdió también la cordura,
su capa y el sombrero.
Ahora en su casa,
campa a sus anchas la locura.
Desde ese día vive
aquí y allá,
vagando como un forastero.
Perdió el tiempo
y la ocasión,
también parte
de su alegría.
Hoy solo le quedan silencios,
y el estribillo de aquella canción.
©️ILS
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