Me contó que anoche soñó
con ella, que lo supo porque en sus manos todavía quedaban restos de la
purpurina que dejan los sueños.
Me dijo que soñó que todavía le querías, soñó que seguías soñando con él, soñó que nada había cambiado. Que tu corazón le añoraba.
Me dijo que soñó que todavía le querías, soñó que seguías soñando con él, soñó que nada había cambiado. Que tu corazón le añoraba.
En su sueño, juntos,
volvíais a recorrer aquel barrio cogidos de la mano, que compartíais un café en
aquella mesita, al lado de la ventana, que vuestra felicidad iba en aumento,
que cada dia vuestro amor crecía y crecía. Pero despertó.
Y hoy, apoyado en aquel árbol, mientras
trata de recomponer su vida, escribe su última carta, la carta de despedida,
pero mientras lo hace, mira a su alrededor y todo, todo le recuerda a ti.
Aquella canción, aquella palabra, aquel momento en particular, recuerdos y más
recuerdos, que no consigue mitigar.
Me dijo que volvió a
aquella red social, que quería comprobar cómo estabas y vio que sigues igual
que siempre, lejos y ausente.
Me dijo que sigue odiándola con
locura, que sin ella no sabe vivir, y ya no sabe qué decir, ya no sabe qué
soñar, porque si sueña, muere y si muere sueña.
Pero antes de irse, me leyó un trozo
de un poema de Mario Benedetti, decía así:
"No
te rindas por favor, no cedas
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero".
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero".
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