y se inventó una vida nueva.
Se hizo aprendiz de lo mejor,
y lo peor, visionaria y emperatriz.
Tenía buena pluma para la escritura,
y mejor mano para la ternura.
Escribió dos libros en verso,
sus memorias
y el libro blanco del universo.
Desde aquel verano,
me roba el corazón,
el tiempo y el sueño.
Es como un torbellino
que desordena mi caos,
que yo creía controlado.
Me alegra los chacras,
y me hace sentir vivo.
Es frágil como la seda,
pero dura como el acero.
Charlamos durante horas,
sin decir palabra,
y siempre, siempre,
me deja con una enorme sonrisa
en la cara.
©ILS