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domingo, 24 de agosto de 2014

Besos Voladores




Xiana y Xoel, en su imaginación, tienen una nave voladora y todos los días, juegan que se van a cazar besos voladores.
Los besos voladores, son muy pequeños, son como colibrís, tienen unas alas muy cortitas y las mueven de una forma increíblemente rápida, a una velocidad vertiginosa, son muy ágiles, y hay que estar muy atento y ser muy astuto para cazarlos.
Después de cenar y antes de irse a la cama, cada tarde-noche, que es, según ellos, la mejor hora, porque los besos salen a pasear, se van a su habitación y se meten dentro de una caja de cartón que su abuelo les ha preparado y pintado para tal fin. Ya con sus pijamas puestos, se enfundan sus viseras y unas gafas de bucear y de esta guisa, deciden salir en su nave, salen a la caza de esos besos tan especiales.
Xiana es la que conduce y Xoel, se encarga de lanzar una especie de malla que los envuelve en pleno vuelo.
Se suben en su nave, se acomodan, ponen los cinturones de seguridad, se miran, sonríen y pone la nave en marcha. Ésta empieza a volar, flotando en el aire, ligera pero rápida, fácil de manejar.
Hay miles, millones de besos voladores revoloteando en el cielo, son muy escurridizos y muy difíciles de cazar, pero Xiana y Xoel, son más listos que ellos.
Xiana, detiene la nave voladora detrás de una nube y espera que alguna bandada de ellos se acerque lo suficiente.
Ahí vienen, prepárate para disparar, le dice Xiana a Xoel cuando ve que algunos se aproximan en su dirección.
Xoel, calcula la trayectoria y se prepara para disparar. Aprieta un botón y sale disparada la malla que lo envuelve.
Premio ya tenemos otro más, gritan y saltan de alegría, lo meten en una canasta junto con el resto de los besos.
Cuando dan por acabada la cacería, regresan a casa y después de guardar la nave, cuentan los besos que han cazado.
Mama, mama, papa, hoy cogimos  53, fue un buen día de caza. Pero lo más bonito es que después de contarlos los sueltan.
Es, estupendo ver cómo, Xiana y Xoel en su imaginación se divierten viendo como esas ciento seis alas se agitan casi al unísono, se quedan mirando cómo salen volando, como intentan ponerse a salvo. Ellos  se miran y se ríen, mientras con la mano les dicen, hasta luego, porque saben que mañana volverán a cazarlos.
 


FIN

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