Era un día como otro cualquiera,
la víspera de mi cumpleaños y no tenía nada especial que hacer. Quizás
planificar el día siguiente, la comida con unos amigos y poco más, pero en
cinco segundos, mi día cambio por completo. Un mensaje hizo el milagro. Estoy
aquí, ¿nos vemos? ¿Tomamos algo?
Siempre me gusto ponerle cara a
la gente con la que hablo, pero a algunos, además de cara me gusta ponerle
también voz y ese día además de cara y voz, le puse risas, sonrisas, alegría,
le puse tacto, olor y mil cosas más que
no sabría describir sin llegar a pensar si ha sido un sueño.
Son esas pequeñas cosas que
surgen de la espontaneidad, de lo no planificado, de la sencillez, de la verdadera
felicidad.
Fueron aproximadamente cien
minutos, quinientas sonrisas, diez abrazos, incontables miradas, besos y varios
“todavía no me lo creo”.
Fueron aproximadamente cien
minutos muy cortos, casi como segundos, pero cien minutos dulces, intensos y los
cien minutos de más nervios que recuerdo en mucho tiempo.
Hablamos y hablamos, reímos y no
paraba de decirme, de describirme la belleza que veía, que por fin le ponía
olor a las fotos, que alguna vez yo le había mandado, describiéndole el
pueblecito donde nací y a donde suelo acudir los fines de semana.
Le debía un escrito, le debía, le
debía una canción. Ahora, además, le debo un viaje, un libro encuadernado por mí,
le debo mi amistad y lealtad.
Estábamos en primero de amigos, creo
que aprobamos con nota. Ahora es una amiga especial
Su mirada es clara, su voz
directa, su alegría contagiosa. Decidida, exigente, fuerte y echada palante
como decimos aquí. Es de esa gente que gana en las distancias cortas, su trato
es cercano, alegre y ameno. A su lado, la realidad, supera a la ficción
Guardaré tu sonrisa, hasta que
vuelva a verla, me colgare en tus recuerdos y pondré en marcha la cuenta atrás.
Venderé mis acciones del cielo, y
te devolveré la visita, te regalare mi tiempo, y si me atrevo, cantaré junto a
ti esta canción “Suelo
detenerme frente algún espejo, porque en el reflejo siempre estas ahí.
Suelo andar de noche como un vagabundo, naufragando ciego en este mar profundo de sentirte tanto y no tenerte aquí”.
Suelo andar de noche como un vagabundo, naufragando ciego en este mar profundo de sentirte tanto y no tenerte aquí”.
Gracias Diana por tu regalo y hoy desde aquí te deseo un muy, muy “FELIZ
CUMPLEAÑOS”