No hace mucho, escribí algo sobre el morbo que le
produce a algunas personas ver como unos tigres se devoran a una vaca que
sueltan en un recinto cerrado, pagan por ello, disfrutan el momento y sacan
fotos para la posteridad.
Y el otro día,
al ir de fin de semana, pasábamos por delante de una nave en la que estaban
depositados los vagones del tren siniestrado no hace mucho, aquí en Santiago y
había gente que se había parado y miraban como si de un acontecimiento
interplanetario se tratara. Hacían fotos y grababan con sus cámaras o móviles.
Luego escuchaba en las noticias de la radio, que
la locutora aconsejaba leer un periódico el artículo titulado “Turismo de Catástrofe”,
eso me llevo a leer ese artículo. En él
nos describe como la gente, familias enteras acuden a la ya famosa y triste
curva, para sacar fotos, e incluso llevarse a casa algún recuerdo, un trozo de
cristal, cualquier cosa puede valer, seguro que queda muy bien en una
estantería.
Me llamo mucho la atención una frase, decía “Angrois ha dejado de ser lugar de paso
para convertirse en un destino” La verdad, no me
sorprendió, todavía recuerdo las peregrinaciones que hubo en su dia, para ver
el barco Casón, que embarranco frente a las costas de Finisterre, no había
donde aparcar.
Pero el turismo morboso existe, es algo innato en
los seres humanos, algunos lo tienen más pronunciado que otros y no dudan de
acudir un domingo a ver como es el lugar donde ha ocurrido algo, a que huele,
que sensaciones se perciben.
Y tirando del hilo, encontré otros casos en los
que se ha dado y se continúa dando este turismo, recordemos sino:
Amstetten. Los turistas acuden en masa para ver la casa en
cuyo sótano permaneció encerrada durante 24 años Elisabeth Fritzl. A diario
llegan turistas de Hungría y Alemania que se hacen fotos delante del domicilio
familiar, pese a que éste está vigilado por la Policía austriaca las 24 horas
del día. Praia da Luz, el
caso de Madeleine McCann sigue sin estar resuelto un año después de que la
pequeña desapareciera de un complejo turístico del Algarve, en Portugal. No importa
el dolor de los padres que continúan la lucha por encontrar a su hija. Los
visitantes son, principalmente, portugueses, pero también hay españoles y
británicos. Phuket, después del tsunami que arrasó la zona,
muchas agencias comenzaron a organizar paquetes que llevaban a los visitantes
por el resort Khao Lak (que quedó en ruinas) y por un templo que se empleó de
depósito de cadáveres, todo ello por 42 euros (el tour incluía dos noches de
alojamiento). Además, los turistas podían comprar fotos de cadáveres y
camisetas conmemorativas del maremoto. Nueva
Orleans, en 2005, después del paso del huracán Katrina que arrasó toda
Nueva Orleans y aunque muchas familias todavía no han podido volver aún a sus
casas, los turistas llegan a la ciudad estadounidense y posan sonrientes frente
a las casas derruidas y los carteles arrancados de los comercios.
Soham, esta pequeña ciudad de Inglaterra que se hizo famosa en 2002 cuando dos niñas Jessica Chapman y Holly Wells, fueron secuestradas y asesinadas por Ian Kevin Huntley. Días después de su muerte, los turistas, fundamentalmente británicos, llegaban a la localidad inglesa para ver y fotografiar el lugar. Puerto Hurraco, de este hace la friolera de 18 años, pero ya de aquella provoco su turismo. Pero el estreno de la película basada en este hecho, hizo que se dispararan las visitas. Y el televisado caso Alcàsser. El asesinato de Miriam, Toñi y Desiré mantuvo en vilo a gran parte del país durante años. Alcàsser, el pequeño pueblo valenciano en el que sucedió la tragedia, ha visto cómo los turistas peregrinan desde 1992 a su cementerio, en el que hay una estatua que recuerda a las tres jóvenes fallecidas.
Soham, esta pequeña ciudad de Inglaterra que se hizo famosa en 2002 cuando dos niñas Jessica Chapman y Holly Wells, fueron secuestradas y asesinadas por Ian Kevin Huntley. Días después de su muerte, los turistas, fundamentalmente británicos, llegaban a la localidad inglesa para ver y fotografiar el lugar. Puerto Hurraco, de este hace la friolera de 18 años, pero ya de aquella provoco su turismo. Pero el estreno de la película basada en este hecho, hizo que se dispararan las visitas. Y el televisado caso Alcàsser. El asesinato de Miriam, Toñi y Desiré mantuvo en vilo a gran parte del país durante años. Alcàsser, el pequeño pueblo valenciano en el que sucedió la tragedia, ha visto cómo los turistas peregrinan desde 1992 a su cementerio, en el que hay una estatua que recuerda a las tres jóvenes fallecidas.
Supongo que habrá muchísimas
más y seria largo, espeso e incluso desagradable de recordar.
¿Qué es lo que nos
atrae de estas cosas? Puedo entender que si pasas por allí en ese momento o un
tiempo después por casualidad o coincidencia, te pares para ver lo que ha
pasado o recordar lo que pasó, está dentro de los parámetros de la “normalidad”.
Pero ir a pasar una tarde de domingo al lugar de una desgracia, para traerse algún
recuerdo y 425 fotos, no me parece “normal”. ¿o será que está esta considerado como cultura general?
En fin, es solo una opinión.
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