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domingo, 14 de octubre de 2012

Fiel amigo



El otro día veía una foto, de esas que como mínimo te conmueven, se veían dos perros paseando por un prado. Uno llevaba la correa del  otro en la boca. Hasta aquí todo parece normal e incluso corriente sino fuera que en el pie de foto decía que el perro de la correa era ciego y el otro cada día lo llevaba de paseo.
Llevaba tiempo queriendo escribir algo así, sobre la fidelidad y la entrega de estos animales puesto que hay miles de historias y anécdotas sobre ellos, cada cual más conmovedora  y por fin el viernes me animé, cuando me contaron la historia de un viejecito que vivía en una aldea remota con la única compañía de su fiel compañero, un perro. Pero un día se puso malo y tuvo que llamar al médico, este ordenó su traslado inmediato al hospital más cercano, para ser operado. Así se hizo, llego la ambulancia y lo introdujeron en ella, pero el perro no estaba dispuesto a que su amigo se fuera solo y corrió detrás de la ambulancia. Conductor, con pena y  a pesar de verlo, tuvo que acelerar dejándolo atrás. Pero el perro no se dio por vencido y por alguna fuerza divina, llego a aquel hospital. Allí se aposto en la puerta de urgencias, con la intención de esperar allí a su amo.

Y pasaron los días, los celadores y el personal del hospital que lo veían se preguntaban de quien seria aquel perro que dormitaba en una esquina. Cada día le llevaban algo de comida Pero la casualidad, quiso que en otro viaje del conductor de la ambulancia, este se diera cuenta de que aquel perro había sido el que tuvo que dejar atrás hacia un par de días y lo comento con los celadores y estos a su vez con una enfermera de la planta en donde estaba ingresado el pobre hombre.
Cuando éste estuvo mejor, una enfermera entro en su habitación con una silla de ruedas y le dijo, venga Sr. Juan, venga conmigo, que tiene una visita. A lo que el Sr. Juan respondió. ¿Pero cómo voy a tener una visita si yo vivo solo? Hágame caso y siéntese aquí, ya verá que bien. Al fin el hombre accedió a los ruegos de la enfermera y se sentó en la silla intrigado por saber quién era esa visita.
Allá se fueron, tomaron el ascensor y la enfermera lo llevo hasta la puerta de urgencias, donde el perro seguía apostado, esperándolo como el primer día.
En cuanto el perro lo vio, se levanto y se abalanzó sobre su amo. El perro saltaba, movía el rabo, lamia las manos de su amo. El viejecito, que no daba crédito a aquello, abrazó a su fiel amigo, y llorando le dio las gracias
Esta historia tan conmovedora hizo que me animara a escribir algo sobre la amistad incondicional, sobre la fidelidad de estos animales a los que deberíamos de estar agradecidos.


1 comentario:

  1. Que historia mas increíble, esas que sin lugar a dudas conmueven...... Gracias!!! por escribir sobre la fidelidad mas pura que conozco.
    Lo que irradias es increíble, lo puedo sentir a
    10, 000 miles.

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