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lunes, 17 de septiembre de 2012

Historias de antes


Como cambia la vida. Ayer, iba en el coche y al pasar por una calle me vinieron a la memoria recuerdos de no hace mucho y mira tú, me ha dado por escribirlos.

Recuerdo que, cada día, iba a tomar el café. Siempre a la misma cafetería, esa que me quedaba cerca del trabajo. Es una cafetería agradable.

Por las mañanas como iba con prisa, aprovechaba para mirar los titulares de la prensa, un café rápido y vuelta al tajo, pero a veces, cuando tenía más tiempo generalmente por las tardes, al salir, me sentaba y me dedicaba más tiempo a mí, miraba  por la ventana, observaba a la gente.
Tiene un enorme ventanal que da a una calle, una calle bastante transitada, con lo que lo hace muy atractiva para pasar esos momentos de ocio, para romper con la rutina o simplemente tomar algo.
Desde allí contemplaba el ir y venir de mujeres y hombres que cada día hacen sus compras, unas con su carrito, otras simplemente con alguna bolsa; parejas, cogidas de la mano, jóvenes pegados a sus móviles o a sus Mp3 y Alejandro, el chico que vende el cupón de la ONCE, a la puerta de ese centro comercial.
También veía pasar los coches, que dan vueltas y vueltas intentando encontrar un sitio donde aparcar.
Algunos, los que éramos de todos los días, incluso nos saludamos. Yo cada día procuraba sentarme en la misma mesa, si llegaba pronto y había algún periódico, lo pillaba, sino simplemente me dedicaba a mirar por la ventana mientras me tomaba el café o una caña.
Solía quitar del bolsillo mi cuaderno, o en su defecto una simple hoja de papel y un boli y me dedicaba a observar, dejaba que mi mente se empapara, que se fuera con la gente que pasaba. Era como hacer un vacio en mi cabeza de preocupaciones laborales y escuchaba las conversaciones de la cafetería, ese murmullo, ese runrún lejano que lo envolvía todo.
Allí están los que hablan por el móvil, a esos que si me apuras, no le haría falta el teléfono por lo mucho que gritan. O la pandilla de señoras que todos los días juegan la partida de parchís, sus risas denotan que a demás de jugar, no están dejando títere con cabeza.
El Sr. Antonio, que desde que se ha quedado viudo, pasaba el tiempo en el bar, allí, mientras leía el periódico de principio a fin, tomaba su café doble con un par de magdalenas, tenía la sensación de que esa es su cena.
La camarera Mari Carmen, que los lunes y los miércoles, le venía su chico a buscarla para salir, le cambia la cara, su sonrisa era especial. Los días de futbol, había mucha más gente, todos con las bufandas de su equipo, ruido, discusiones por si ha sido o no penalti, gritos al árbitro, etc.
Fuera en la terraza, llueva o no, estaba la gente que decide quedarse a pesar del frio, el tabaco tira mucho y la necesidad aprieta.
Ya son algunos los relatos que han cogido forma en esa cafetería, allí entre tanto murmullo, buscaba esa palabra, ordenaba esa frase sin sentido que extraía de mi pequeño cuaderno, le daba forma, buscaba y rebuscaba la palabra más adecuada.
Son historias de antes, pero no difieren en mucho a las de ahora, quizás ya no lleve ese pequeño blog, ahora todas esas pequeñas cosas, ideas e incluso imágenes las grabo en el móvil, luego en casa las desarrollo o simplemente las desecho.
No sé si escribo bien, tampoco es mi intención ganar un premio pulitzer, escribo porque con ello trasmito un trocito de mi, quizás en mis relatos consiga sacar una sonrisa o un pensamiento similar al mío, a esa situación que yo he vivido, si es así, me doy por satisfecho.

Gracias por leerme

 

 

 

3 comentarios:

  1. Felicidades por tu entrada, me alegro ser la primera persona que te lo diga, es genial, como coses los recuerdos, como describes tus sentimientos desde ese café que formó parte de tu caminar por la vida.

    ¿Sabías que el gran poeta José Hierro, siempre, siempre, escribía desde un café que está en la Avenida de la ciudad de Barcelona, aquí en Madrid? No podía hacerlo desde otro lugar, y mira donde está encumbrado hoy...

    Te deseo con un abrazo, que las musas no te abandonen nunca, para que puedas escribir, desde los lugares que desees, con la misma fuerza narrativa que tienes ahora.

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  2. Historias de antes, tan distintas a las de ahora ¿verdad?

    Un beso.

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  3. Los de antes tenemos historia, unas buenas otras no tanto pero las tenemos y las conservamos casi como tesoros...los de ahora ni historia, ni recuerdos guardaran en sus mentes...creo que a la mayoría ni les interesa....tu dejas huella por donde quiera que pases.

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