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jueves, 14 de junio de 2012

Mi rubia

Recuerdo cuando se la regalaron a mi hija. Una amiga se la trajo dentro de una caja de cartón, como un peluche viviente. No levantaba un palmo del suelo y ya venia con el nombre puesto, “Golfa”, así le habían llamado porque era la más traviesa de las crías que tuvo la madre.
Mis suegros no estaban convencidos al cien por cien, pero la encerrona surtió efecto y la golfa se quedo en casa. Al principio la miraban con resignación, pero ella con su carita, con sus carantoñas, no tardo en ganárselos y hoy por hoy,  la adoran.
La de paseos que me he pegado con ella cuando era pequeña, la de trastadas que hecho en casa, le gustaba morder las zapatillas del abuelo y mis zapatos.
Recuerdo que en aquella época, cuando era pequeña, también teníamos un gato, Siliño, un siamés al que mi hija le había quitado las uñas para que no destrozara los sofás y para que no subiera por las cortinas. Golfa quería jugar con él,  cosa que al gato, no le apetecía nada, así que ella lo esperaba subida a un sofá, en cuanto Siliño pasaba, se dejaba caer encima de él. Maldita la gracia que le hacía al gato, que se enfadaba con ella, dándole una bofetada, que hacía que Golfa saliera disparada por el aire, pero ésta volvía a por otra. Se lo pasaba en grande con el gato, al final el gato llego a aceptarla, o mejor dicho a soportarla, incluso dormían la siesta juntos. Un día el gato desapareció, no se si Golfa lo notó, nosotros si.
Hoy tiene ya ocho años, ocho años de perro, que al cambio serian 56 años, pero no ha perdido ni un ápice del carácter que hace honor a su nombre.
Tiene sus costumbres, sus horarios y sus manías, supongo como cada perro. Le gusta dormir por la mañana en un sitio, por la tarde en otro, no soporta el ruido de los timbres, y a los vecinos los tiene controlados, si vienen con alguien de fuera, se hace notar ladrando un poco. Los horarios también los lleva a rajatabla, cuando es su hora de salir, lo hace saber.
Mi contraria cada día le pone un lacito en la cabeza, los tiene de diferentes colores, rojo, verde, depende del momento, pero ella es poco femenina y no le gusta que la peinen.
Cuando vamos de viaje, cosa que le encanta, ella lleva puesto su cinturón de seguridad. No le gusta, e intenta pasar para delante, porque ella prefiere ir mirando el paisaje, los coches que vienen de frente y no entiende que eso, está prohibido.
Siempre tiene hambre y come de todo, le gusta toda la fruta: la manzana, el kiwi, las fresas, el plátano, el melocotón, etc.
También le da igual una ensalada de lechuga, que un plato de fideos, pasando por un puré de zanahorias o una fabada; le chiflan los cacahuetes, las aceitunas.Todavía no he encontrado nada a lo que le haga ascos.
Me gusta cuando esta acostada, como en la foto, nos mira, nos observa y nos sigue con la mirada, sin mover la cabeza, como vigilando nuestros movimientos. Me gusta esa sensación de tranquilidad que emite. La guardiana de la casa está tranquila.

Y esta es ella, mi rubia


2 comentarios:

  1. Me gusta tu rubia, es preciosa. Ya veo que la encanta la fruta y es muy comilona, gracias por presentárnosla.

    Un beso.

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  2. Tan bellas que son las perritas, yo tuve una que me duró 13 años, ni te imaginas como sufrimos mi hija y yo cuando murió.
    Adivina como se llamaba...."SCARLET"
    Besitos en el alma
    Scarlet2807

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