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martes, 1 de mayo de 2012

Las cartas que nunca escribí.


El otro día, se me dio por mirar las cartas que a lo largo de este último año fui volcando en mi blog  y quise hacer con ellas un archivo, un todo en uno, un bloc de ese blog,  y me he dado cuenta que tengo muchas cartas a medio hacer. Algunas solo son un titulo sin contenido.
“Ahora que nadie me escucha, mi nuevo reloj, en qué quedamos o textos olvidados”, son títulos de esas cartas que en su día comencé a escribir, pero ahí se quedaron, en el olvido o en la desgana.
Cuando abro la carpeta algunas de ellas se mueven, giran sobre sin mismas, dan saltitos, como intentando llamar mi atención, las abro, pero no tengo el día, o el momento idóneo y las vuelvo a cerrar, a veces escribo algo que luego no me gusta y vuelven a su posición inicial.
Otras veces recurro al socorrido álbum de fotos, siempre me funciona, me meto en esos paisajes, observo las puestas de sol, paseo por esas playas, miro los reflejos que tanto me gustan, contemplo la lluvia desde la ventana y los bosques nevados; eso me ayuda a escribir.
Siempre he dicho que escribo sentimientos, escribo sueños que me gustaría soñar, escribo esas rabietas contra el sistema o contra una cadena de televisión, que no me explico como pueden tener esa trayectoria y no caerle la cara de vergüenza, pero también soy consciente de que tiene que haber de todo.
Muchas veces escribo lo que me llama la atención, vuelco esa conversación que he tenido en la cafetería, o relato esa escena de dos viejecitos que van al médico, el mimo que ponen en sus gestos. Esa foto, esa canción o un recuerdo hacen que escriba ese título que luego, desarrollo y se transforma en una carta más o menos legible o presentable.
Pero muchas, yo diría que bastantes se quedan en el archivo de las cartas que nunca publicaré, a veces porque al tema se le ha pasado el momento, ya no viene a cuento, otras porque sencillamente me parecen muy ñoñas y atentan contra mi sentido del ridículo. Quedan ahí, quizás esperando que un día las retome y con un pequeño giro o cambiando un par de palabras, dejan de ser tan ridículas y pasen a ser cartas presentables a la sociedad.

I.L.S.

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