El otro día, se me dio por mirar las cartas que a
lo largo de este último año fui volcando en mi blog y quise hacer con ellas un archivo, un todo en
uno, un bloc de ese blog, y
me he dado cuenta que tengo muchas cartas a medio hacer. Algunas solo son un
titulo sin contenido.
“Ahora que nadie me escucha, mi nuevo reloj, en
qué quedamos o textos olvidados”, son títulos de esas cartas que en su día
comencé a escribir, pero ahí se quedaron, en el olvido o en la desgana.
Cuando abro la carpeta algunas de ellas se mueven,
giran sobre sin mismas, dan saltitos, como intentando llamar mi atención, las
abro, pero no tengo el día, o el momento idóneo y las vuelvo a cerrar, a veces escribo
algo que luego no me gusta y vuelven a su posición inicial.
Otras veces recurro al socorrido álbum de fotos,
siempre me funciona, me meto en esos paisajes, observo las puestas de sol, paseo
por esas playas, miro los reflejos que tanto me gustan, contemplo la lluvia desde
la ventana y los bosques nevados; eso me ayuda a escribir.
Siempre he dicho que escribo sentimientos, escribo
sueños que me gustaría soñar, escribo esas rabietas contra el sistema o contra
una cadena de televisión, que no me explico como pueden tener esa trayectoria y
no caerle la cara de vergüenza, pero también soy consciente de que tiene que
haber de todo.
Muchas veces escribo lo que me llama la atención, vuelco
esa conversación que he tenido en la cafetería, o relato esa escena de dos
viejecitos que van al médico, el mimo que ponen en sus gestos. Esa foto, esa
canción o un recuerdo hacen que escriba ese título que luego, desarrollo y se
transforma en una carta más o menos legible o presentable.
Pero muchas, yo diría que bastantes se quedan en
el archivo de las cartas que nunca publicaré, a veces porque al tema se le ha
pasado el momento, ya no viene a cuento, otras porque sencillamente me parecen
muy ñoñas y atentan contra mi sentido del ridículo. Quedan ahí, quizás
esperando que un día las retome y con un pequeño giro o cambiando un par de
palabras, dejan de ser tan ridículas y pasen a ser cartas presentables a la
sociedad.
I.L.S.
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