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lunes, 16 de abril de 2012

Sonrisa oculta


 Vivir detrás de un burka no es fácil. O al menos así nos lo parece a muchos hombres y mujeres que vemos esa imagen por la calle o en la televisión. Es como llevar una cárcel encima, pasear con ella, vivir en ella y dentro de ella.
La burka es el símbolo de las mujeres afganas. Es una prenda de vestir que las convierte en una especie de fantasmas. Deben llevarla obligatoriamente al salir a la calle y cubrir con ella todo su cuerpo, incluidas las manos. El tejido que cubre sus ojos debe ser suficientemente tupido pues «a algunas mujeres les han pegado por llevar los agujeritos demasiado grandes». Pero este régimen loco de los talibán no se conforma con quitar la identidad a las mujeres con esta prenda. Además les prohíbe desde reír en público, a pisar fuerte, pues consideran que es una forma de llamar la atención de los hombres, o salir a la calle sin la compañía de un familiar masculino directo. Si descubren que debajo de la burka llevan las uñas pintadas, el castigo consiste en cortarles los dedos. Una afgana, no tiene alternativas al matrimonio porque «sólo los hombres pueden trabajar e, incluso, a una mujer que no tuviera problemas económicos la mirarían mal». Tampoco pueden estudiar ni tienen derecho a la salud. Además de que apenas hay medios sanitarios. Durante unos años se prohibió que las médicas pudieran ejercer y a las mujeres no las puede reconocer un doctor, un hombre. Últimamente se ha permitido algunas médicas vuelvan a trabajar, pero aún son muy pocas las que lo hacen. «Es difícil entender que los talibán regenten prostíbulos o hagan trata de blancas, pero así es», explica la representante de RAWA, (La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán), quien explica que muchos padres no tienen más remedio que vender sus hijas a los talibán «porque así están más protegidas y ellos tienen centros oficiales donde las recogen y entregan como esclavas». Para los afganos, manifiesta, los matrimonios concertados por los padres «es algo de todos los días». Gracias a la burka, el futuro marido no conocerá el rostro de su esposa hasta que se casen. Muchos afganos han escapado de este infierno yendo a los campos de refugiados de Pakistán. Pese a la prohibición de salir solas y de hablar con los dependientes, muchas mujeres contravienen la ley. «Saben que pueden ser apaleadas, pero no tienen otra opción si quieren dar de comer a sus hijos». A veces, incluso, «salen a tomar helados y, si se acercan los talibán, sus hijos las avisan. Ellas salen corriendo, dejando los helados e incluso hasta los zapatos». Los talibán tienen todo el poder en sus manos: pueden matar y torturar y la situación económica es tan precaria que la gente no piensa en unirse». Sus miembros organizan clases de alfabetización para mujeres, niñas y niños, puesto que las escuelas prácticamente han desaparecido. También procuran facilitar equipos sanitarios gratuitos a las mujeres de Afganistán y Pakistán.
Yo me pregunto. ¿Es fácil vivir así? ¿Qué les hace resignarse? Costumbres ancestrales, sumisión al hombre? Hasta cuándo? Cuando podrán salir a la calle sin tener que llevar esa cárcel encima. Hoy he querido romper una lanza en favor de estas mujeres que cada día son sometidas a los caprichos de unos locos idealistas.
I.L.S.

1 comentario:

  1. Creo que es muy difíci esa forma de vivir porque no dan la libertad para hacer lo que uno quiere, hay muchas prohibiciones, las creencias de esos hombres hacen sufrir a las personas, ellos lo ven como costumbre, pero tal ves para las mujeres sea algo que las agobie y las frustre, por ello, toman la decisión de "venderlas al mejor postor".

    No creo que sea sumisión al hombre, si no que ellas no tiene la suficiente seguridad o conocimiento de lo que pueden hacer por ellas mismas, y es máss fácil "la costumbre" porque se está en un área de confort.

    Y de acuerdo a lo educativo, es lógico que hagan desaparecer las escuelas o los estudios, ya que, si le son impartidos conocimientos, ellas sabrán mucho de sus derechos,valores y libertades, eso no les conviene a las personas que las quieren tener, por así decirlo "en su dominio", porque un estudio te abre la mente, una forma diferente de ver las cosas y de ver, en cierta forma "lo justo".

    Ojalá se acabe todo ese tipo de esclavitud, que no solo daña lo físico, si no, el alma.



    Mexicanita


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