Ayer, un amigo mío, colgó en su muro del facebook
el link a un video que emitió la segunda cadena de TVE, en el programa documentales
de la dos, se titulaba “comprar, tirar, comprar” y me dejo
impactado.
Desde hace tiempo era conocedor muy por encima de
las técnicas de marketing que nos incitan al consumo, esas en las que sin darte
cuenta, cualquier consumidor desde el momento que entra en una gran superficie,
tiene un alto porcentaje de ir y comprar lo que ellos quieren que compres.
La música mas lenta hace que vayamos más despacio,
que nos paremos más con las cosas, si les interesa que la gente se mueva de un
lado a otro, ponen la música mas movida, y nuestros pies hacen el resto.
En los pasillos los productos no están puestos al
azar, los que les interesa vender, esos en los que el margen está un poco mas
alto, están a la altura de nuestros ojos, los baratos, esos que usan como
reclamo en la publicidad, están a desmano. Los carritos también juegan su
papel, las ruedas tienden a llevarte hacia un lado, ese que a ellos les
interesa y muchas, muchísimas cosas más. La temperatura también está
controlada, la intensidad de la luz en determinados lugares, los colores, o los
productos como el papel higiénico y los de primera necesidad, están lo más lejos posible de la entrada, te
harán recorrer todo el establecimiento para encontrarlos, y ¿porque hacen
cambios en la distribución de los productos? Para que no vayamos directos al
producto por el que hemos entrado a esa gran superficie. Les interesa que
recorramos cuantos más pasillos mejor.
Pero esto no es todo, en el documental comprar,
tirar, comprar, nos enseña como los ingenieros, obligados por sus
jefes, o por las grandes multinacionales tuvieron que reprogramar el diseño de
muchos productos para que su vida útil fuera de un determinado tiempo. En 1911
se anunciaban bombillas con una duración certificada de 2.500 horas pero
en 1924 los principales fabricantes pactaron limitar
su vida útil a 1000.
Este
concepto fue una de las soluciones para recuperarse de la recesión económica y
garantizar un flujo de movimiento económico relativamente constante en base a
lo comprado, que además crearía puestos de trabajo
Este cártel que firmó
este pacto, llamado Phoebus, oficialmente nunca existió pero en este documental
se nos muestran pruebas documentales del mismo como origen de la obsolescencia
programada.
Esto nos lleva a la conclusión de que, los
productos actualmente tienen una “fecha
de caducidad”
impuesta, a partir de la cual dejan de funcionar y nos incitan a comprar uno
nuevo fomentando el consumismo y alimentando una cadena económica que no se
detiene nunca.
La otra cara mostrada en el documental es el vertedero
de toda esta chatarra auto declarada obsoleta prematuramente.
Gran parte de ella va a parar a Agbogbloshie,
un lugar en Ghana considerado como el mayor vertedero de productos
electrónicos del mundo. Multitud de empresas anuncian por una
cara que envían tecnología “de segunda mano” a estos lugares para sanar la
brecha cultural existente entre los países desarrollados y el tercer mundo,
cuando lo que realmente hacen es enviar toneladas y toneladas altamente
contaminantes a un lugar en el que nadie quiere saber nada.
I.L.S.
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