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miércoles, 25 de abril de 2012

Consumid malditos, consumid


Ayer, un amigo mío, colgó en su muro del facebook el link a un video que emitió la segunda cadena de TVE, en el programa documentales de la dos, se titulaba “comprar, tirar, comprar” y me dejo impactado.
Desde hace tiempo era conocedor muy por encima de las técnicas de marketing que nos incitan al consumo, esas en las que sin darte cuenta, cualquier consumidor desde el momento que entra en una gran superficie, tiene un alto porcentaje de ir y comprar lo que ellos quieren que compres.
La música mas lenta hace que vayamos más despacio, que nos paremos más con las cosas, si les interesa que la gente se mueva de un lado a otro, ponen la música mas movida, y nuestros pies hacen el resto.
En los pasillos los productos no están puestos al azar, los que les interesa vender, esos en los que el margen está un poco mas alto, están a la altura de nuestros ojos, los baratos, esos que usan como reclamo en la publicidad, están a desmano. Los carritos también juegan su papel, las ruedas tienden a llevarte hacia un lado, ese que a ellos les interesa y muchas, muchísimas cosas más. La temperatura también está controlada, la intensidad de la luz en determinados lugares, los colores, o los productos como el papel higiénico y los de primera necesidad,  están lo más lejos posible de la entrada, te harán recorrer todo el establecimiento para encontrarlos, y ¿porque hacen cambios en la distribución de los productos? Para que no vayamos directos al producto por el que hemos entrado a esa gran superficie. Les interesa que recorramos cuantos más pasillos mejor.
Pero esto no es todo, en el documental comprar, tirar, comprar, nos enseña como los ingenieros, obligados por sus jefes, o por las grandes multinacionales tuvieron que reprogramar el diseño de muchos productos para que su vida útil fuera de un determinado tiempo. En 1911 se anunciaban bombillas con una duración certificada de 2.500 horas pero en 1924 los principales fabricantes pactaron limitar su vida útil a 1000.
 Este concepto fue una de las soluciones para recuperarse de la recesión económica y garantizar un flujo de movimiento económico relativamente constante en base a lo comprado, que además crearía puestos de trabajo

Este cártel que firmó este pacto, llamado Phoebus, oficialmente nunca existió pero en este documental se nos muestran pruebas documentales del mismo como origen de la obsolescencia programada.
Esto nos lleva a la conclusión de que, los productos actualmente tienen una fecha de caducidad impuesta, a partir de la cual dejan de funcionar y nos incitan a comprar uno nuevo fomentando el consumismo y alimentando una cadena económica que no se detiene nunca.
La otra cara mostrada en el documental es el vertedero de toda esta chatarra auto declarada obsoleta prematuramente. Gran parte de ella va a parar a Agbogbloshie, un lugar en Ghana considerado como el mayor vertedero de productos electrónicos del mundo. Multitud de empresas anuncian por una cara que envían tecnología “de segunda mano” a estos lugares para sanar la brecha cultural existente entre los países desarrollados y el tercer mundo, cuando lo que realmente hacen es enviar toneladas y toneladas altamente contaminantes a un lugar en el que nadie quiere saber nada.

I.L.S.

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