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viernes, 16 de marzo de 2012

Eau de Tabac


En primer lugar he de decir que he sido fumador y que no me molesta el humo del tabaco, tampoco que fumen a mi lado.
Tampoco defiendo las medidas del gobierno. Vería bien que en los bares, cafeterías  y restaurantes hubiera una zona adaptada para los fumadores, hoy por hoy, parecen apestados en las terrazas de los bares, desterrados y castigados a pasar frio, al lado de la estufa o tapados con una manta, o resguardados de la lluvia.
Todos somos conocedores de los efectos que producen el tabaco en el cuerpo, nos los muestran las cajetillas, o en campañas anti-tabaco. Cuando fumaba, disfrutaba de ese placer traidor y no notaba los otros efectos que producen, hoy si lo noto y mucho.
Puedo soportar el olor del humo del tabaco, ese que sale del cigarrillo, pero no soporto el olor que deja el tabaco en las cosas, en la ropa. Todo queda impregnado de un olor característico, que no desaparece con facilidad. Cuando alguien que fuma me habla o se sitúa a mi lado, recuerdo lo que mi mujer cada día me decía “apestas a tabaco” yo le contestaba, que exagerada eres, pero tenía razón, se nota, y muchísimo.
Los fumadores viven y yo por experiencia lo sufrí,  envueltos en una aureola de humo, como una nube de la que nosotros no somos conscientes. Vivimos felices con nuestro vicio, con nuestro particular aroma a nicotina.
Podemos ir guapos, con corbata, con el modelo más caro y más in del mundo pero ese olor nos acompaña a donde quiera que vayamos. ¿De qué sirve la colonia? Esta con el tiempo se evapora y desaparece su aroma y cuando esto sucede, aparece el verdadero olor que llevamos encima, el del tabaco

I.L.S.

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