Seguidores

lunes, 31 de diciembre de 2012

Mis textos



Un año que se acaba. Y otro año que comienza y ya van casi tres en esto de escribir. En todo este tiempo, he tratado de plasmar en mis escritos, mis rabietas, que las tengo, (hay quien me llama Gruñón), mis ideas, que también las tengo, mis recuerdos y mis sentimientos, los buenos, los malos, los alegres y los tristes. Esos, que en un momento determinado surgen, ya sea mirando una fotografía, escuchando una canción o evocando un recuerdo. Eso hace que coja el móvil  y escriba pequeñas frases o palabras sin sentido que luego trato de ordenar.
Otras veces, por mi forma de ser, me hace soñar, con lo que muchas de mis escritos son eso, sueños.
He soñado despierto. He soñado dormido, en color, en blanco y negro. Y he soñado que soñaba.
Creo que alguna veces, algún escrito ha conseguido encoger el corazón de algunas personas, otros, la mayoría,  simplemente ha sido un escrito más, de esos que pasan sin pena ni gloria, sin esa carga emocional que casi siempre buscamos, que intentamos transmitir en todas nuestras palabras.
He atacado a políticos, a gestores enriquecidos ilegalmente, a los sindicatos, a la televisión, pero a una en especial, no soporto la mediocridad con medallas, he plasmado recuerdos de mi niñez e incluso he transmitido esas cosas que he sentido en la sala de espera de un hospital. He viajado a Argentina, una ciudad que me ha enganchado emocionalmente y haré ese viaje realidad en cuanto pueda. He atacado la hipocresía de un país poderoso, he llamado cobardes a los maridos que no viven ni dejan vivir. Le he dedicado escritos a mi abuelo Agustín, al que adoraba, a las comidas familiares, a mis últimos sobrinos-nietos, al chat al que a veces acudo. A la ridícula sencillez de una conversación de ascensor, a mi rubia, esa perrita Yorkshire, que tanta compañía nos hace, etc.  
Nunca me he considerado bueno en esto, solo trato de describir a mi manera, esas pequeñas cosas, que me gustan.  
Y todavía no se si realmente se hacerlo, pero aquí estoy intentándolo.
Con esta ya son 89 cartas, escritos  con los que solo he intentado llevaros un poco de mí, de mi forma de ser y de ver la vida.
Y hoy, 31 de diciembre de 2012, desde mi pequeña Atalaya os deseo a todos un Feliz Año 2013.

Gracias por estar ahí.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un año más




Toda una vida y  una navidad más, mis hermanos y yo hacemos lo propio, juntarnos CASI todos, como a mi padre le hubiera gustado, intentando no perder la ilusión que él tenía, vernos juntos alrededor de una mesa.
No hemos faltado nunca a esa cita, en distintos sitios, restaurantes, en casa de uno o en casa de otro, pero en mayor o menor medida estamos todos.
La cita, como no puede ser de otra forma, es el dia 25 de diciembre, dia de Navidad, la hora, la hora de comer.
Vamos llegando y el pequeño aparcamiento se queda diminuto para tanto coche, pero al final siempre arreglamos.
Entramos y según llegamos, algunos nos reciben con una cerveza o una copa de vino, van a ser las tres y hasta apetece.
Besos, abrazos, saludos o alguna presentación  y como no, la entrega de la indumentaria para el acontecimiento. A elegir: Un gorrito de Papa Noel, una diadema de reno o una de unas bolitas, el caso es estar acorde con la situación y con el momento.
A cuentagotas sigue llegando gente, el tiempo pasa y algunos preguntan ¿Quién falta? ¿No vienen  los de Vigo?, no, vienen en Fin de Año, contesta otro, hasta que por fin llegan los últimos  y ya estamos todos, más besos, más saludos y fotos, muchas fotos.
Ya esta todo preparado, la lareira encendida,  al entrar ya se nota el calorcito, lo justo para estar cómodos; música de fondo y decoración acorde con el dia
Dos mesas ocupan el salón, una grande para los mayores y otra más pequeña para los niños, somos tantos que incluso comemos algo apretados pero nos gusta, estamos bien y eso es lo que importa.
La comida transcurre entre comentarios, risas y cantos. Sale a la palestra la gaita, la guitarra, las panderetas y algún instrumento rustico de última hora. Algún que otro baile y muchas, muchas risas.
Son las siete y media de la tarde y algunos ya nos tenemos que ir, nos queda un viaje por medio de regreso a casa. Despedidas, besos, abrazos y algún “me mandaras las fotos por mail”.
Y así trascurre una comida más, una comida que aunque no lo vemos, el está presente porque le gustaba estar rodeado de los suyos.




sábado, 22 de diciembre de 2012

Hagámoslo



Una tormenta había estropeado mi portátil, echaba de menos esos pedacitos de sueños que cada día me regalabas, esos abrazos que me llenaban el alma, tus escritos y tus te quieros.
Hoy, sentada en aquella mesita al lado de la ventana que tanto te gustaba, he podido al fin acudir en tu búsqueda, he podido leer tu blog, en concreto aquella carta que me pediste que leyera, aquella que titulaste “sueños rotos”  y hoy solo me atrevo a decir que por ti, pegare todos y cada uno de esos 10.000 trocitos como si de un puzle se tratara, recuperare la pieza de la distancia, la de los miedos, o la de la edad, junto con la pieza del amor y cada una volverá a su sitio, en ese nuestro puzle. Recompondré ese sueño roto y juntos lo haremos realidad.
Dime que si y me harás la mujer más feliz del mundo porque quiero vivir a tu lado, hacerte feliz, amarte más si cabe, porque quiero aprender de ti, de tus gestos, de tus miradas, de tu forma de ver la vida; quiero vivir el día a día a tu lado, empaparme de tus silencios, de tus guiños.
Porque me gusta tu forma de sorprenderme cada día, me gusta ese te quiero distinto al de ayer, ese abrazo por sorpresa ese mimo espontáneo.
Solo digo que, lo que siento por ti, es muy fuerte. Ya sé que podemos equivocarnos, quizás la realidad cercana sea distinta a como la hemos idealizado, pero ¿Que ocurrirá si no lo intentamos, si no damos ese salto hacia delante?
Recuerdo que siempre me dices que me sorprendería de lo que se aprende de esas pequeñas cosas, de la sencillez, del silencio voluntario.
Y ahora quiero expresar, todo el amor que siento  por ti, por el hombre que me deslumbro, que me cautivo, porque robas mis sueños y mis días desde que te conocí.
Porque añoro algo contigo, pero aunque no sé lo incierto que es ese camino, quiero recorrerlo junto a ti. Y solo espero que llegues para poder abrazarte, besarte, acariciarte. Decirte al oído, ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Cómo pudo ser posible que te encuentre acá, en un simple chat, donde está lleno de gente fría, y calculadora?
Regálame tu sonrisa, tus locuras, quiero escucharte mientras duermes, tocar tu corazón cuando lloras de alegría, contar tus besos y clasificarlos por colores.
Me gusta llevarte en mi piel, Me gustas…. Te gusto, Me quieres…. Te quiero.
Enterraremos nuestros miedos y démosle vida a tus sueños
¿Aceptas?






viernes, 14 de diciembre de 2012

Riveira con V


No es Mónaco, con su glamour y con su famoseo y por hacerlo más cercano y nacional, tampoco es Port de Sóller en Mallorca, pero es Santa Eugenia de Riveira, Riveira con V como a mí y a muchos nos gusta decirlo y escribirlo.
Allí nací hace ya bastantes años y allí sigo volviendo prácticamente cada fin de semana, veranos y fiestas de guardar.
Quizás no sea el pueblo más bonito del mundo, que no lo es, pero a mí me llena, me llama y a él acudo.
De allí guardo muchos y preciosos recuerdos. Allí tengo prácticamente a toda mi  familia, recuerdos de mi niñez, del colegio, de los amigos, de sus calles. Calles que ahora viendo antiguas fotografías, veo con asombro cuanto hemos cambiado.
Recuerdo el viejo ayuntamiento, recuerdo aquel que un dia una enorme grua balanceando una también enorme bola de hierro golpeaba las torres  y paredes con envestidas mortales. Mucha gente acudió a ver aquel acontecimiento, no recuerdo si alguien protesto pero el mal ya está hecho y no lo podemos recuperar. Solo queda en el recuerdo, en nuestra memoria  y en las muchas fotografías que por ahí circulan.
Recuerdo, con una sonrisa los paseos de los domingos, la famosa ele, esa en la que la gente caminaba por la calle Rosalía de Castro, giraba a la derecha en el “semáforo” y cogía hacia lo que es hoy la rúa de Galicia, hasta la plaza de Compostela y allí, se daba la vuelta, era un paseo curioso propio de aquellos tiempos. Si te apetecía, te salías del grupo e ibas a otro sitio, una cafetería o al puerto.
Recuerdo cuando me gustaba ir a la playa, al Vilar, A Coroso o a la playa de Colomer, la aventura de ir a la Ínsua a nado, los baños en el puerto, las excursiones a las dunas de Corrubedo, cuando se podian subir sin temor a una multa
Los partidos de futbol en el malecón, o en el campo de la feria, futbol entre arboles, las fiestas, las tómbolas, la mujer araña o las barquillas en las que nos prohibían ir de pie, hacíamos todo lo contrario.
Tiempos aquellos en los que, los jueves, al salir del colegio, un camión de reparto de Coca-Cola estaba aparcado delante de un bar, siempre cogíamos prestadas unas coca-colas, hasta que el repartidor nos pillo, o cuando cada dia hacíamos aquellas paradas delante de la tienda del Sr. Gil y de la Doña Amalia, la cantinela siempre era la misma, una canción y a correr. O cuando veíamos el camión de gaseosas, mirábamos si no estaba el conductor y le quitábamos las gomas de las botellas, las queríamos para poner en los cordones de los trompos (peonzas).
Y como no, también recuerdo los personajes que en aquella época pululaban por el pueblo, Andrés y Maruxa, famosos moradores del barco Isla de Sagres, el entrañable Ramón Púa, o Claudio y Xoseíño dos Paus, y muchos otros que ya casi no recuerdo.
Así es mi querido pueblo, para lo bueno y para lo malo.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Compañeros invisibles












El otro día, el programa de radio de Carlos Herrera, lo dedicaban a las manías, y en una de estas un oyente llamó para contar la suya y esta resulto ser que cada vez que iba al baño, hacia lo que iba a hacer y al terminar se lavaba las manos, pero después de lavarse las manos, no era capaz de tocar el pomo de la puerta con las manos recién lavadas, así que solía usar un trozo de papel, pero, casualidades de la vida, éste se había acabado con lo que tuvo que quedarse allí hasta que a otra persona le diera un apretón o ganas de orinar, y entrara en los servicios, si mal no recuerdo, espero veinte minutos.
Parecido a lo que le ocurre a una “parienta” mía que cuando va a un hospital de visita, si siente la necesidad de ir al baño abre la puerta con el codo, para no tocar el pomo y así evitar contagiarse de algo.
Todo esto me vino a la memoria después de que en un periódico saliera publicada una noticia que decía que un estudio realizado por un grupo de investigadores de siete universidades de Estado Unidos, descubrieron que el ombligo humano, aloja 2.300 especies de bacterias. Supongo que mi parienta o este hombre desconocen la cantidad de bichitos que comparten vida con nosotros. No quiero ser aguafiestas, pero a estas alturas ya todos supongo que conocemos o al menos algo hemos oído hablar de la fauna que comparte cama con nosotros. Los llamados ácaros y la verdad es que ver las fotos que a veces alguna revista publica de estos bichitos tan salaos, como mínimo imponen un poco, tirando a bastante, son feos de cojo…s. Si solo en el ombligo bailan 2,300, bacterias, ¿Cuánto será el aforo en todo el cuerpo? Se calcula que en el cuerpo humano hay entre diez billones y mil billones de bacterias.
Con esto quiero decir que ni tanto, ni tan poco es decir que está bien, muy bien que nos lavemos las manos, ducharse cada día y guardar un mínimo de higiene, pero otra cosa es llevar esta a esos extremos, cuando si lo piensas llevas los bichitos encima desde que nacemos.
No voy a poner fotos de los ácaros, ni de bacterias, no quiero herir sensibilidades y hagamos la vida que hemos hecho hasta ahora. Todo esto ya viene de fábrica aunque algunos, que se duchan un día a la semana, si, alimenten a sus mascotas, otros acaban siendo devorados por ellas.